domingo, 4 de febrero de 2018

Todos buscamos a Jesús; la suerte de encontrarle

Todo el mundo te busca

Vemos a Jesús que muestra su señorío sobre la enfermedad y el mal curando a muchos enfermos y expulsando, de nuevo, muchos demonios. 
Todo el mundo te busca, le dicen sus discípulos, y le podríamos decir también nosotros hoy como sus discípulos y seguidores del siglo XXI: todo el mundo te busca

Todo el que añora y busca un mundo bueno en el que vivir, un mundo libre del mal en cualquiera de sus formas, en realidad, -aun sin saberlo-, te está buscando a Ti, Señor, pues eres el único que puede acabar con el mal desde su raíz, no solo con los síntomas de un mundo que parece cada vez más perdido, más alejado de la fe y de la verdad, sino capaz de acabar con la raíz de todos los males que nosotros descubrimos una vez más en el demonio y en el pecado con el que nos tienta para separarnos de la verdad que nos salva. 

Algo roto está dentro de nosotros que nos lleva a hacer tantas veces el mal que no queremos, dejando sin hacer el bien que queremos realizar. 
Todos sabemos, más o menos, qué es lo que tenemos que hacer para agradar al prójimo en nuestras familia, con nuestros amigos, en el trabajo, con los vecinos… y sin embargo tantas veces la pereza y nuestra propia debilidad nos vencen; todos sabemos cuáles son los males que tenemos que evitar para poder convivir en paz entre nosotros, pero cuántas veces nos vemos cayendo de nuevo en ellos como si no hubiera remedio.
La Cruz que corona nuestro retablo nos recuerda que es en Jesús donde encontramos la salvación, la redención de los males que nos atacan y amenazan con acabar con esos deseos de una felicidad limpia que todos aguardamos en nuestro interior. 

Todo el mundo te busca, Señor. 
Descubrir a Jesús presente en medio de nosotros, en nuestra vida cotidiana es, —sin duda—, el mayor de los regalos que podemos recibir, el mayor de los descubrimientos, es encontrar aquello que tantas veces echamos de menos en nuestra vida y que tantas veces no sabemos identificar. 
Encontrar a Jesús es encontrar una fuente segura de paz, serenidad, de alegría, de una seguridad distinta y duradera... es descubrir que, de un modo u otro, todo tiene solución, todo puede cambiar, todo puede ser de otro modo y que solo hace falta que nos lancemos a descubrirlo, que nos atrevamos a vivir de una manera diferente, siguiendo las huellas de Cristo por este mundo, tras sus pasos, guiados más por la fe que por cualquier otra cosa. 

Todo el mundo te busca
También nosotros te buscamos.
Ayúdanos a encontrarnos contigo, a saberte descubrir en medio de nuestra vida, junto a nosotros, a nuestro lado. Siempre cercano a través de la Iglesia tanto en los Sacramentos y la Oración como en el trato con los demás, en nuestro servicio al prójimo.

Jesús vino al mundo a través de María, a Ella le pedimos que nos ayude a reencontrarnos con Jesús en medio del mundo, en nuestras ocupaciones, en nuestro trabajo y nuestro descanso para que encontremos en Él siempre lo que nuestro corazón busca y desea en lo más profundo de su ser. 



Santa María, Virgen y Madre de la Asunción, ruega por nosotros.