sábado, 3 de febrero de 2018

El demonio no sólo existe, también actúa

Me vais a permitir que este domingo os lea cinco textos breves del Papa Francisco en los que hace referencia directa al demonio que tantas veces aparece en los santos evangelios, y que en este domingo aparece vencido por Jesús como signo mesiánico de su venida. 
Allá donde está Jesús no tiene lugar el demonio, aunque nos intente atacar con todas sus fuerzas. En unos tiempos como los actuales en los que tantos, —también entre los católicos—, ponen en duda la existencia del diablo, me parece providencial que Su Santidad insista en tantos momentos en los peligros de ignorar la presencia del demonio entre nosotros.  
El Papa va a insistir una y otra vez en su existencia y en los frecuentes ataques  que nos lanza.

1º) En aquel tiempo se podía confundir una epilepsia con la posesión del demonio; ¡pero es cierto que existía el demonio! Y no tenemos derecho a simplificar tanto las cosas diciendo: «todos no estaban endemoniados; eran enfermos psíquicos». ¡No! La presencia del demonio está en la primera página de la Biblia y la Biblia acaba también con la presencia del demonio, con la victoria de Dios sobre el demonio.

2º) San Pedro lo decía: «Es como un león feroz, que gira a nuestro alrededor». Es así. «¡Pero, padre, usted está un poco anticuado! Nos asusta con estas cosas…». No, ¡yo no! ¡Es el Evangelio! Y esto no son mentiras: ¡es la Palabra del Señor! Pidamos al Señor la gracia de tomar en serio estas cosas. Él ha venido a luchar por nuestra salvación. ¡Él ha vencido al demonio! ¡Por favor, no hagamos tratos con el demonio! Él busca volver a casa, tomarnos en posesión… ¡no relativizar, vigilar! ¡Y siempre con Jesús!

3º) A esta generación y a muchas otras se les ha hecho creer que el diablo era un mito, una figura, una idea, la idea del mal ¡pero el diablo existe y nosotros debemos combatir contra él! ¡lo dice San Pablo, no lo digo yo! ¡Lo dice la Palabra de Dios! Aunque no estemos muy convencidos de ello.

4º) La astucia del diablo es precisamente hacernos creer que no existe… Sabemos que el diablo divide, no solamente nos separa de Dios, sino que separa a las personas, las familias; separa además también de la realidad, porque a veces tenemos situaciones de alienación, también mental, que son secundarias de la actividad demoníaca extraordinaria.

5º y último) El diablo que suele esconder sus engaños bajo la apariencia de sofisiticación, de la fascinación por ser «moderno», «como todo el mundo». Con todo esto, el diablo nos distrae con el señuelo de placeres efímeros y de pasatiempos superficiales, mientras malgastamos los dones que Dios nos ha dado jugando con artilugios triviales y encerrándonos en nosotros mismos. 

En tiempos de Jesús, —así aparece recogido en el evangelio de hoy—, todos se preguntaban estupefactos: «¿Qué es esto? Una enseñanza nueva expuesta con autoridad. Incluso manda a los espíritus inmundos y le obedecen.

Como nos decía el Papa no tenemos derecho a dudar de la presencia del demonio en nuestra vida cuando es una realidad tan clara a lo largo de tantas páginas de la Biblia y de los evangelios en particular, e incluso en nuestra propia experiencia que observamos cómo el mal y el desorden avanzan con tanta más fuerza conforme pierde terreno la fe. 

Pero Jesús ha venido a darnos una nueva vida, ha venido a darnos la posibilidad de vivir de otra manera, libres del mal que amenaza con arruinar nuestra vida entera, que amenaza constantemente la justicia y la paz en la sociedad… solo desde Jesús podremos vencer al Maligno que constantemente nos tienta para vivir apartados de la Iglesia y de la fe. 

Allá donde está María nos encontramos también con Cristo y el demonio huye, sin duda en María encontramos la mejor defensora en nuestra vida de las tentación que constantemente nos amenaza; a Ella nos encomendamos para que nos ayude a vivir unidos a Cristo de tal manera que se el demonio el que huya de nosotros.

Santa María, Virgen y Madre de la Asunción, ruega por nosotros.