viernes, 13 de octubre de 2017

Virgen del Pilar

Es hermoso pensar que cada advocación de la Virgen María es como una fotografía de Nuestra Madre del Cielo que nos aporta un detalle más de su amor y dedicación por nosotros; esto es lo que ocurre de modo maravilloso con la secular advocación de la Virgen del Pilar.
Ya conocemos la historia, aunque siempre viene bien recordarla: María en carne mortal, es decir, antes de su asunción a los cielos se apareció en la ciudad de Cesaraugusta, hoy Zaragoza, al Apóstol Santiago que había venido a evangelizar la provincia romana de Hispania con esos deseos grandes de llegar a Finisterre según los mandatos del Señor de llevar la Buena Noticia hasta los confines del mundo. 
Sin embargo, la evangelización nunca es tan fácil como el misionero espera; aquellos primeros españoles eran de corazón duro y no lograba entrar el anuncio del Mesías en ellos. 
El Apóstol Santiago desespera y acude a Dios para recibir fuerzas… y entonces se le aparece María, Madre de Dios y Madre nuestra, en carne mortal para darle ánimos y en prueba de la firmeza de la fe le ofrece el pilar sobre el que hoy está apoyada su imagen.
Ese pilar que simboliza para todos nosotros la firmeza de la fe en la vida del cristiano; la fortaleza de la fe ante la debilidad del hombre y del mundo; la seguridad del Evangelio frente a todas las dudas; pilar sagrado, faro esplendente, rico presente de caridad, pilar bendito, trono de gloria, tú a la victoria nos llevarás.

Pese a los primeros temores del Apóstol Santiago esa nueva tierra que pisaron sus pies iba a convertirse en tierra de María, como dirá San Juan Pablo II en sus visitas, porque no hay país en el mundo donde haya arraigado el amor a María como en España, muestra de ello nuestras muchas iglesias, ermitas, santuarios y basílicas en su honor. 

En María encontramos los cristianos la firmeza que nos sostiene en la fe.
Nos decía la primera lectura cómo los apóstoles y discípulos tras la Ascensión de Jesús al Cielo se apoyan en María y así, junto a María, perseveraban unánimes en la oración. También para nosotros María es apoyo fundamental en nuestro seguimiento de Cristo, sin Ella, sin su maternal apoyo, bien pronto nos fallan las fuerzas para tomar la cruz de cada día en pos de Jesús.
Además, María nos muestra el camino de la bienaventuranza, de la alegría, de esa fe que se hace vida, que impregna todo lo que somos, que nos ayuda a sacar todo adelante, esa fe que nos transforma, que hace de nosotros criaturas nuevas. 
Así aparece en el Evangelio de hoy: Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te criaron, prorrumpe una mujer entre el gentío que admirado escuchaba a Jesús, pero Nuestro Señor, le corrige: mejor, bienaventurados los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen, porque nadie como María ha sabido escuchar la Palabra de Dios y cumplirla en su vida, hacerla vida con docilidad y obediencia, alegría y sinceridad, con fe, esperanza y amor.
Más aún, como comentaba el Papa Francisco hace poco tiempo, escuchar la Palabra de Dios y cumplirla, tratar de hacerla vida en nuestra vida es el camino para ser de verdad familia de Jesús, para contarnos entre sus hermanos, para ser como su Madre.

La Virgen del Pilar nos muestra el camino práctico el camino de escuchar la Palabra de Dios y hacerla vida, cumplirla.
A Ella nos encomendamos para que nos fortalezca y nos de la firmeza del pilar que dejó al Apóstol Santiago en Zaragoza.


Santa María, Virgen y Madre del Pilar, ruega por nosotros.